Antes de la semana santa llega la cuaresma y con ella las comidas propias, que siguiendo las tradiciones cristianas tienen la característica de no usar la carne.
El rey indiscutible de las comidas de cuaresma es su majestad el bacalao, aquí en Almería, es difícil encontrarlo en fresco, pero la casualidad hizo que, el otro día encontrara uno y siendo la época que es lo miré y me lo imaginé convertido en una de las maravillas de la cuaresma, los Soldaditos de Pavía.
En los recetarios, habitualmente indican la manera de desalar e hidratar el bacalao ya que se suele emplear del seco; en este caso me saltaré el tramite.
Los ingredientes son pocos y sencillos; bacalao (fresco o salado), cebolla y cilantro para el agua de hervir y para el rebozado harina, huevo y pimentón. Para freír, usaremos abundante buen aceite.
Tomaremos el Bacalao (fresco o ya desalado) y lo partiremos en barritas de un tamaño apropiado. Ignoro porque existe la costumbre de quitarle la piel, a mi me parece que se pierde gran parte de sabor y cabe recordar que la gelatina de la piel es la que liga el Pil Pil, además de que sirve de agarre para su finísima carne; así que yo no la quito.
En una olla ponemos a cocer la cebolla y el cilantro, cuando el caldo haya tomado el sabor, blanqueamos el pescado sumergiéndolo durante un momento en el caldo hirviendo, lo dejamos enfriar y lo secamos. En este caso dado que le bacalao es fresco, añadimos abundante sal al agua de cocción.
En un bol mezclamos los huevos, el pimentón y la harina, hasta formar una masa fluida, pero gruesa; tendremos el aceite caliente, pero sin humear, sumergimos los palitos de bacalao en la masa fluida y los freiremos, sin poner muchos soldaditos a la vez y dándole las vueltas que necesite.
Recomendable tomarlos caliente y recién fritos; si os sobran no los recalentéis dejarlos hasta que recuperen la temperatura ambiente y tomarlos con una pipirrana, guacamole o ensalada similar y si es mucho con una buena fritada de tomate.
Salud.
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