El cristianismo asimiló las festividades paganas, disfrazándolas y otorgándoles unas características propias, buscó coincidencias y les coloco un santo, de manera que el pueblo, que no abandonaba sus tradiciones; con el transcurso del tiempo se olvidaría de las antiguas creencias.
Esa fue la idea, pero las celebraciones religioso-católicas, con toda su pompa y boato, no consiguieron eliminar ni los ritos, ni los rituales, ni las creencias mágicas ; el pueblo los siguió realizando, a veces públicamente y otras muy en privado (casi siempre) ya que el riesgo era grande.El que después fue JUAN EL BAUTISTA, nació según LUCAS EL EVANGELISTA exactamente seis meses antes que JESÚS DE NAZARET y por tanto ocupó, en el santoral católico, el 24 de JUNIO; el SOLSTICIO DE VERANO fecha pagana donde las haya, ocurre (mas/menos) el 21 de JUNIO y de esta manera se intento enmascarar una noche realmente mágica.
Según parece, los hombres habían observado, que después de esa noche los días se acortaban mientras crecía la oscuridad y comenzaron a ritualizar sus ofrendas al sol en forma de hogueras, para que el sol tomara de estas su fuego y se alargaran los días
Hoy, en casi todos los sitios, esta noche, se celebra una gran fiesta, con un protagonista esencial, EL FUEGO, (Recuerdo mi infancia en Barcelona), en todo el litoral español se festeja, en el mediterráneo se eleva a su máxima expresión y en Almería se lleva con pasión.La maravilla de vivir en una ciudad, con casi SEIS kilómetros de playa (DOS de ellos, practicables), permite una espectacular celebración, las fogatas están unas con otras, las barbacoas escupen toneladas de sardinas, chorizos, tocinetas, morcillas y cualquier otro condumio que se pueda asar.
Alguna vez he pensado, si no se queda nadie en su casa, tal es la aglomeración de personas, por supuesto la muchachada es la que más disfruta, pero nadie se queda indiferente, los olores, el ambiente, la tensión de no encender la hoguera y al final EL HUMO y el brillo y la danza del fuego.
El año pasado lo celebramos en Roquetas de Mar, algo menos agobiante y con unas vistas a la bahía, ciertamente fabulosas, el encanto de la noche y la compañía hicieron lo demás.
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